La Papa Caliente — No Hay Reembolso para las Decisiones Propias
- Carlos Arredondo
- 22 jun
- 1 Min. de lectura

Todos quieren decidir. Pocos quieren cargar con lo que decidieron. Y menos aún pagar la cuenta.
En este circo llamado vida, todos quieren ser el protagonista, pero que alguien más firme los contratos, pague el boleto, o devuelva el dinero si la función fue un desastre.
Pero el Gato Insolente —que ha visto más decisiones que una agencia de divorcios en rebajas— ya lo dijo: no hay reembolso para las decisiones propias. ¿Querías independencia? Toma tus elecciones, con todo y su fecha de caducidad.
Hay quien compra acciones cuando están en su punto más alto, por moda, por emoción, por un video en TikTok con música inspiradora. Y cuando cae… “¡¿Quién me devuelve lo perdido?!” ¿Quién? Nadie. Porque la vida no tiene mostrador de atención al cliente. El que invirtió fuiste tú. El que amó fuiste tú. El que dijo “sí acepto” fuiste tú. Y ahora… ahora toca vivir con eso.
Porque si el matrimonio se derrumba, si tu carrera no era la tuya, si tu emprendimiento no prosperó, si el amor se volvió rutina, no es porque el universo te odia. Es porque la decisión era tuya, y ahora es tuya también la consecuencia.
Y eso, querido lector, no te lo enseñan en la escuela, ni lo cubre tu seguro de vida.
“¿Querías libertad? La tienes. Pero no se vale soltar la cuerda cuando te das cuenta que venía con peso.”
El Gato Insolente lo mira desde su sillón, con café tibio y corbata torcida. Observa cómo todos corren buscando al culpable. Pero él ya lo sabe: La culpa no tiene patas. La culpa no corre. La culpa se queda sentada en tu silla, frente al espejo, con tu nombre, tu firma, tu decisión.
Y no hay ticket de reembolso. Ni siquiera uno decorado con frases motivacionales.






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