📜 El Trono Secuestrado
- Carlos Arredondo
- 7 ago
- 2 Min. de lectura
Por el Gato Insolente

Hay dos tipos de reyes: los que heredan una corona… y los que se sientan en porcelana.Ambos ejercen poder, pero uno gobierna sobre súbditos; el otro, sobre vejigas al borde de la rebelión.
Me disculparán la franqueza, pero hoy escribo desde el mismísimo trono.
Sí, el de porcelana.
No el de Inglaterra, ni el de Juego de Tronos.
El único que importa cuando la naturaleza llama y no acepta excusas.
Frente a mí, el periódico.
A mi derecha, un rollo de papel como fiel escudero.
Y en la puerta, tres almas en pena esperando turno… cruzando las piernas, bailando el vals de la desesperación y haciendo muecas que podrían ganar un concurso de caras chistosas… si no fueran producto de un parto intestinal en cámara lenta.
He presenciado el auge de una nueva monarquía: los Reyes del Scroll Infinito.
Sujetos que entran con la excusa de “voy rápido” y salen cuarenta minutos después, con las piernas dormidas y el pulgar desgastado de tanto deslizar en TikTok, Facebook o memes reciclados.
Y mientras tanto, afuera se libra la verdadera guerra:
vejigas al borde de la implosión, intestinos que golpean las paredes como prisioneros en motín, retortijones que marcan el ritmo de un tambor tribal.
Pero claro, el monarca encerrado en su castillo no escucha.
Está demasiado ocupado enviando “jajajas” a un video de un perro con sombrero o reaccionando con un “me divierte” a un gato que baila reguetón.
La puerta cerrada es su decreto real:
“Yo, dueño del tiempo y del inodoro, decreto que mi diversión vale más que tu urgencia fisiológica.”
Yo, como gato civilizado, lo digo claro:
el baño es un templo, no un parque de diversiones.
Tres minutos para cumplir la misión y salir.
Lo demás, a otro sitio.
Porque si no, que Dios salve al rey… y a las cañerías.






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